Diversas organizaciones sociales están detrás de este movimiento que alerta contra la proliferación de este tipo de cultivos. Les acusan de
que desplazan de la zona a casi toda otra forma de vida convirtiéndolas en
monocultivos de árboles que producen materias primas para exportación
. Los organizadores acusan de que esta política está
promovida por una coalición de actores que van desde la FAO hasta las agencias bilaterales, desde el Foro de las Naciones Unidas sobre Bosques hasta los gobiernos nacionales, desde empresas consultoras hasta bancos privados y de desarrollo a
pesar de toda la evidencia disponible (sic) acerca de los impactos sociales y ambientales de estos monocultivos
. Según ellos sus objetivos son
apropiarse de la tierra de la gente para que empresas de celulosa y papel, madera, caucho, palma aceitera y, recientemente, también biochar (carbón que sería enterrado en el suelo, donde se supone serviría como fertilizante y como depósito de carbono), puedan acceder a mayor cantidad de materias primas más baratas para aumentar aun más sus ganancias. Más aún, e
l problema se vería agravado aún más con la llegada de nuevos 'comediantes' del sector empresarial que apuntan a obtener beneficios del cambio climático, promoviendo 'falsas soluciones' a través del establecimiento de las llamadas plantaciones para “sumideros de carbono”, la creciente demanda de los agrocombustibles y etanol y la introducción de árboles genéticamente modificados.
Véase PEDRO POZAS para ECOTICIAS.COM, 13/09/2009
En respuesta a la publicidad adversa sobre los impactos de las plantaciones de árboles, las empresas han recurrido al uso de mecanismos de certificación, como el FSC, el PEFC, la SFI y la RSPO, los cuales les proporcionan credenciales “ecológicas” falsas que les permiten seguir con sus negocios de siempre.