Se convoca un Rueda de prensa para presentar el proyecto del Grupo Operativo IMAI que desarrolla una app que identifica los tipos de madera a través del móvil.
Esta herramienta se pondrá de forma gratuita a disposición de los agentes de aduanas y EUTR, SEPRONA, INTERPOL, sector de la madera y a la comunidad científica mundial.
Su objetivo es ayudar al comercio legal, evitar la tala ilegal y con ello reducir la deforestación y mitigar el cambio climático.
La presentación tendrá lugar el 21 de marzo, a las 11:30 horas, en el Salón de Actos de la ETSI Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid (José Antonio Novais, 10, 28040 Madrid)
Intervienen:
• Luis García Esteban, Director de la ETSI Montes Forestal y del Medio Natural e investigador del Grupo Operativo IMAI (GO IMAI).
• Francisco Herrera Triguero, Catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada e investigador del Grupo Operativo IMAI (GO IMAI). • Alberto Romero Cagigal, Secretario General de la Asociación Española del Comercio e Industria de la Madera y miembro del Grupo Operativo IMAI (GO IMAI).
• Guillermo Fernández Centeno, Subdirector General de Política Forestal y Lucha contra la Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
• Jesús Gálvez Pantoja, Teniente Coronel y Jefe de la Unidad Central Operativa de Medioambiente. Jefatura del Seprona-Guardia Civil.
Uno de los factores de mayor importancia en el Análisis de ciclo de vida de los elementos constructivos es la energía invertida en su fabricación. La ventana de aluminio cuya materia prima exige en su fabricación un consumo de energía intensivo, se diferencia radicalmente en esto a la de madera.
Esto se pone de manifiesto en la situación actual. La Asociación Española del Aluminio, junto a otros sectores industriales, firma las cartas a Europa demandando cambios en el mercado energético.
La AEA -Asociación Española del Aluminio y Tratamientos de Superficie, que representa a más de 600 empresas del sector- junto a otras asociaciones empresariales de nuestro país, han remitido una misiva a los representantes europeos Kadri Simson, Comisaria de Energía, y Thierry Breton, Comisario de Mercado Interior, dando cuenta de la crítica situación a la que han quedado expuestas sus empresas asociadas y las industrias a las que representan, por el incremento y volatibilidad de los precios de la energía.
Una situación que ya preocupaba y dificultaba el normal desempeño de su actividad en los últimos meses pero que, con la crisis política y económica sobrevenida tras la invasión de Ucrania y el consecuente reflejo en los mercados energéticos, les ha llevado a un panorama insostenible poniendo en jaque la continuación de sus actividades industriales.
Tal y como anunciaba Armando Mateos, Presidente de AEA hace una semana en un comunicado, “todo ello ha llevado a tensionar los balances de nuestras empresas, poniéndolas contra las cuerdas, y haciendo que sean ya demasiadas las que se plantean la viabilidad de sus actividades. Es así como ya comenzamos a asistir a paralizaciones en la producción de muchas de ellas o a cierres de plantas.”
Advierten de que “si la situación no se endereza en los próximos días, muchas empresas que ya han tenido que abordar cierres temporales de sus instalaciones, se verán obligadas a poner en marcha expedientes de regulación temporal de empleo (ERTES) y posibles deslocalizaciones de producción”. Solo en el caso del sector de la transformación del aluminio, está en juego un 10% de la producción que, traducido en número de empleos, supondría la desaparición automática de 2.000 empleos directos de personal especializado.
“Resiliencia” es, sin ningún tipo de duda, una de esas palabras cuya utilización parece haberse multiplicado en los últimos años, aunque en ocasiones se haya hecho sin un conocimiento exacto de su significado. Pero existe también un tipo de resiliencia no conocida aún por una gran parte de la población, pero que se antoja vital para el porvenir de nuestro ecosistema. Hablamos de la “resiliencia urbana”.
Si buscamos en el diccionario su significado, comprobaremos que algo o alguien es resiliente cuando es capaz de sobreponerse a circunstancias de adversidad en su existencia. Pues bien, tomando como referencia esta definición, podemos decir entonces que la resiliencia urbana es la capacidad de los sistemas urbanos para mantener su estabilidad cuando se ven sometidos a tensiones, pero también su flexibilidad para adaptarse al cambio de las condiciones.
Y es en esta última característica donde entran en escena los ECCN o nZEB, es decir, los edificios de consumo energético casi nulo. Construcciones comprometidas con el desarrollo sostenible y la eficiencia energética que, en momentos como el actual donde factores intrínsecos como el cambio climático o externos como la escalada de los precios de los carburantes y suministros como la luz o el gas, hacen indispensable que volvamos a poner el foco sobre ellas. Por poner un ejemplo, el gasoil empleado para la calefacción, uno de los más utilizados en los edificios que aún no cuentan con contadores individuales, es hoy un 50% más caro que hace un año.
Con todo ello la Unión Europea estableció hace ya unos años su famosa directiva 2010/31/UE, la cual afecta a todos las edificaciones públicas y privadas de nueva construcción con licencia de obras a partir del 27 de junio de 2020, estableciendo que deberán poseer la catalogación ECCN o nZEB (nearly Zero Energy Building).
Cifras que no dejan lugar a la duda.
Fenómenos como el mencionado cambio climático, el deterioro de la capa de ozono, la deforestación o la aparición de lluvia ácida están causados por las actividades económicas actuales. Entre ellas, la construcción es una de las que más impacto provoca. De hecho, se estima que el “entorno construido” (aquel donde pasamos más del 90% de la nuestra vida) es, en gran medida, culpable de dicha contaminación.
Concretamente, los edificios consumen entre el 20 y el 50% de los recursos físicos según su entorno, teniendo especial responsabilidad en el actual deterioro del medio ambiente la ampliación de la superficie construida. Además, según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE) los edificios son responsables del 38% de las emisiones globales de CO2 y del 35% del consumo de energía.
Así pues, este panorama nos obliga a focalizarnos irremediablemente en los ECCN o nZEB como alternativa de presente… y obviamente de futuro. Vamos a recordar qué son y qué características o ventajas nos aportan a corto y largo plazo.
¿Qué requisitos debe cumplir un ECCN?
En pocas palabras, un ECCN o nZEB es aquel edificio o construcción que posee una demanda energética muy baja gracias a técnicas de diseño y constructivas concretas y que, de igual forma, consigue una alta eficiencia energética con poco o nulo consumo de energía debido al uso de energías renovables o de autoconsumo. Es decir, debe aprovechar al máximo los recursos naturales: luz solar, viento, calor del sol, etc.
El concepto de energía renovable cobra especial importancia ya que se estima que en Europa el consumo energético de los edificios representa un 40% del consumo de energía total, y un 75% de esta energía se produce a partir de combustibles fósiles. Un ejemplo son las calefacciones centrales de gasoil presentes en miles de edificios de nuestro país. Para mitigar su fuerte impacto, España aprobó una norma por la que antes del mes de mayo de 2023 todos los edificios construidos antes de 1998 que posean este sistema deberán instalar contadores individuales.
En cuanto a las características más concretas de los edificios de consumo energético casi nulo, David Abolafio, gerente de Amisur , empresa especializada en la retirada y gestión de amianto en viviendas, apunta las siguientes:
Sostenibilidad.
Un edificio de consumo energético casi nulo debe tener el mínimo impacto ambiental posible, y esto se consigue empleando materiales sostenibles para su construcción.
Además, la fabricación de los materiales de construcción y de sus componentes, ocasiona un impacto ambiental que se inicia en la misma extracción de los recursos naturales indispensables para su elaboración.
Minimización del impacto ambiental y humano.
Para ello se emplean soluciones que minimizan de manera equilibrada los efectos que los materiales de construcción producen sobre el medio ambiente (consumo de energía, producción de residuos y contaminación) así como la salud de las personas que los habitan.
«Un ejemplo claro lo encontramos al realizar una rehabilitación en el edificio, donde debemos prestar especial atención a la detección y correcta gestión de materiales peligrosos y nocivos para nuestra salud y la del medio ambiente como es el amianto, presente en cubiertas, bajantes, ascensores o depósitos» afirma Abolafio.
Aislamiento y estanqueidad.
Para evitar la pérdida de calor interno y los cambios de temperatura por la acción de agentes externos. De esta manera mantenemos el confort y reducimos la demanda energética. La correcta filtración del aire también es clave para que la vivienda esté en las mejores condiciones de salubridad posibles.
Integración de energías renovables.
Como la aerotermia, la geotermia, la biomasa, la energía solar térmica y la fotovoltaica (a través de placas). Sus costes de instalación son variados. «Por ejemplo, la geotermia, al requerir de perforación, es bastante más cara que otras como la aerotermia. Ésta última, además, se utiliza fundamentalmente en las estaciones del año donde la temperatura es más elevada y sólo necesita de un espacio en el que ubicar la unidad exterior» explica el experto.
Conectividad de todos los sistemas.
Para un control global del edificio y, por tanto, para mejorar la eficiencia tanto de electrodomésticos, aparatos electrónicos o los sistemas de calefacción y climatización.
Arquitectura bioclimática.
En los ECCN se aprovechan al máximo las condiciones medioambientales de la zona en beneficio de las necesidades de sus habitantes o huéspedes. Para ello, se diseñan y orientan los edificios de forma estratégica, con el objetivo de conseguir el máximo confort térmico con el mínimo consumo de energía.
El grupo Ondura (Onduline, CB, Alwitra) se complace en anunciar una nueva etapa en su desarrollo: Kingspan, líder mundial en soluciones de aislamiento y envolventes de edificios de alta eficiencia energética, ha iniciado negociaciones exclusivas con Naxicap Partners y otros para la adquisición del Grupo Ondura.
Patrick Destang, CEO de Ondura, ha declarado “Esta es una excelente noticia para el Grupo Ondura. Naxicap Partners nos permitió crear un grupo muy sólido; Kingspan nos permitirá acelerar nuestros planes de crecimiento e inversión. Kingspan desea especialmente desarrollar su actividad en el sector de la cubierta: tenemos un posicionamiento único en este segmento con subsidiarias en 32 países. Kingspan y Ondura compaarten los mismos compromisos en términos de cuestiones RSC y desarrollo sostenible. Kingspan tiene una cultura emprendedora y colaborativa, muy orientada al crecimiento y a la mejora continua, al igual que Ondura. En nombre de todo el equipo directivo, quisiera agradecer a Naxicap Partners, que apoyó nuestro crecimiento durante cinco años y permitió la creación de Ondura, con la adquisición de alwitra en Alemania y CB en Polonia. Estamos totalmente movilizados para afrontar esta nueva etapa y sabemos que, con Kingspan, contamos con los mejores activos para triunfar”.
Acerca de Ondura
El grupo internacional Ondura está especializado en soluciones de impermeabilización para edificios y agrupa a empresas líderes en sus campos: Onduline (sistemas de aislamiento e impermeabilización para cubiertas inclinadas), CB (membranas para fachadas y cubiertas inclinadas) y Alwitra (sistemas de impermeabilización de altas prestaciones para cubiertas planas). Cuenta con 13 fábricas en Francia, Alemania, Polonia, España, Rusia, Estados Unidos, Malasia, Brasil y Turquía. Alcanza una facturación consolidada de 424 millones de euros en más de 100 países y emplea a más 2.000 personas de 34 nacionalidades diferentes.
Madrid, 17 de febrero de 2022.- La sostenibilidad se posiciona como un aspecto fundamental para la toma de decisión de la compra de una vivienda, tal y como afirma el 65% de los españoles que estaría dispuesto a pagar más por una vivienda sostenible. Es una de las conclusiones alcanzada por el II Observatorio Vía Célere de la vivienda en España, promotora especializada en el desarrollo, inversión y gestión de activos inmobiliarios.
En este sentido, un 41% de los encuestados le da máxima prioridad a la sostenibilidad en el proceso de construcción y edificación de los hogares. Por su parte, un 53% le da algo de importancia, valorándolo positivamente, y solo un 6% no le da ninguna importancia a la sostenibilidad en el proceso de construcción.
Invertir en vivienda: buena oportunidad para los españoles
Asimismo, el II Observatorio Vía Célere de la vivienda en España refleja que el número de españoles que considera que es un buen momento para invertir en vivienda ha crecido en 9 puntos con respecto al año pasado, pasando del 43% al 52%. En esta línea, según el estudio, un 61% de los españoles mantiene sus preferencias respecto a lo que buscaban en una vivienda antes de la pandemia. De esta forma, el precio, tras superar en 11 puntos el dato del año pasado (del 49% al 60%), se coloca como el elemento principal a tener en cuenta antes de tomar la decisión de adquirir un nuevo hogar.
Después del precio, se sitúa la ubicación, con un 45%, y la posesión de terraza o jardín, que ha registrado un importante descenso de 17 puntos con respecto al año pasado, pasando del 56% al 39%. A su vez, es preciso destacar la caída en la relevación del tamaño de las habitaciones, que retrocede del 24% al 20%. Del mismo modo, el estudio también demuestra la importancia de la luz natural (36%), el garaje (24%), la eficiencia energética (23%) y las zonas comunes (10%) para los españoles.
La búsqueda de viviendas se fortalece en la periferia y crece en el centro de las ciudades
El II Observatorio Vía Célere de la vivienda en España también ha determinado que, tras haber pasado los meses más duros de la pandemia, continúa la predisposición de la demanda a trasladarse a los barrios periféricos. No obstante, durante el último año, de la misma forma, se ha producido un auge de la opción de vivir en el centro de las ciudades, debido, probablemente, a la interrupción del teletrabajo y la vuelta a las oficinas.
Según el estudio, los barrios y las zonas más periféricas de las ciudades son la alternativa preferida de los españoles, con un 37% de las respuestas, creciendo en 6 puntos con respecto al año pasado. Al mismo tiempo, se ha producido un aumento del 9% en la preferencia por residir en el centro de las ciudades, pasando del 20% al 29%. Tras ello, aparece la opción de vivir fuera de la ciudad, en un pueblo o ciudad más pequeña, con un 25% de las respuestas, que ha pasado de ser la que lideraba esta estadística a ser la tercera elección, descendiendo del 34% al 25%. Finalmente, como última preferencia se sitúa la zona metropolitana fuera de la ciudad, con un 9%.
La piscina se afianza como la zona común más popular, y el gimnasio gana importancia
El estudio realizado por Vía Célere también ha profundizado en los intereses de los españoles por las zonas comunes. En este sentido, la piscina se reafirma por segundo año consecutivo como la zona común con más influencia en el proceso de compra de una vivienda nueva, creciendo del 74% al 80%. Por otra parte, el gimnasio se sitúa en la segunda posición, tras obtener un 60% de las respuestas.
La sala de estudios o coworking, por su parte, cae a la tercera opción, disminuyendo del 67% al 58% en el último año, debido a la vuelta a las oficinas, seguida de cerca por la sala social-gourmet (52%) y la zona de juegos infantil (50%).
Algunos de los puntos principales del Informe de Sostenibilidad 2021 son:
La compañía presenta grandes avances en su hoja de ruta para reducir en un tercio sus emisiones de CO2 antes de 2034, ya ha alcanzado cuatro de sus objetivos intermedios de sostenibilidad: reducir un 10% la intensidad de las emisiones de CO2 y el consumo de agua, incrementar hasta 15 países a los cuáles ofrecen el servicio de reciclaje de sus productos y disminuir hasta un 40% los residuos a vertedero.
El estudio proporciona datos verificados por terceros que muestran como los productos de ROCKWOOL tienen un impacto cuantificable hacia la consecución de los ODS. La lana de roca de ROCKWOOL utilizada en los invernaderos ha ayudado a reducir un 53% el uso de agua e incrementar un 76% más el rendimiento de los cultivos.
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