NOTICIAS

  • 14 de noviembre de 2011

    El calentamiento global reducirá los bosques en España
    imagen_6992.jpg
    Las únicas especies arbóreas que tendrán más capacidad para adaptarse al calentamiento son las mediterráneas, como el pino resinero (Pinus pinaster) y el pino carrasco (Pinus halepensis). 
    Éste es el primer informe a escala regional (a una resolución de un kilómetro cuadrado) sobre los efectos del cambio climático en la distribución de la flora en la Península Ibérica. 
    Los investigadores del Departamento de Biología de la UAM analizaron la distribución peninsular de 20 especies arbóreas y, teniendo en cuenta las variables ambientales de temperaturas medias para cada estación, las lluvias estacionales y la amplitud térmica en cada área, determinaron las condiciones favorables para que estos árboles pudieran seguir germinando en los años 2020, 2050 y 2080. 
    Estos escenarios climáticos son los analizados por las predicciones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU. “Se trata de conocer las condiciones climáticas que permiten que una determinada especie se desarrolle”, explica el profesor de Geobotánica de la UAM Helios Sainz, uno de los autores del estudio junto con Marta Benito y Rut Sánchez. 
    A medida que las temperaturas de la Península se incrementen con el cambio climático, se espera que los árboles se adapten a las nuevas condiciones, y los ejemplares propios del Pirineo se verán desplazados por las especies mediterráneas. 
    La biodiversidad se verá mermada. “Los árboles de más altitud y de clima más frío podrán sufrir más”, indica Sainz. En la Península, existen cuatro formaciones arbóreas: las de clima templado europeo, los bosques de coníferas de montaña, los del área sub-mediterránea y los bosques mediterráneos. 
    Los investigadores apuntan en el estudio, publicado en Applied Vegetation Science, que las áreas más ricas en 2080 serán las montañas y advierten de la posible colonización de nuevas especies del norte de África. 

    Las masas boscosas a finales del siglo XXI 
    Bosques de montaña en peligro 

    Las especies que habitan en los ecosistemas a mayor altitud son las que peor futuro tienen, ya que sus áreas potenciales de distribución se reducirán entre un 91% y un 99% en 2080. Sólo entre un 2% y un 8% de los espacios tendrán las condiciones climáticas adecuadas para que las semillas de las tres especies analizadas pino silvestre (Pinus sylvestris), pino negro (Pinus uncinata) y abeto blanco (Abies alba) puedan germinar. 
    Las dos especies de pinos presentan ya una situación precaria en la Peníínsula Ibérica, apunta el profesor de la UAM Helios Sainz, por lo que el impacto del calentamiento podría conllevar su extinción. Estos bosques de coníferas son propios del norte y centro peninsular, y la especie más extendida es el pino silvestre, con más de 8.254 km2 de superficie y 32.288 km2 de superficie potencial actual. El pino negro se distribuye a lo largo de 1.129 km2 y el abeto blanco, en 183 km2. La desaparición de estos árboles supondrá una disminución de la diversidad biológica asociada y de la variedad genética. 

    Colonización del área mediterránea 
    Las especies típicas del sur peninsular, de clima mediterráneo, son los pinos resinero (Pinus pinaster), piñonero (Pinus pinea) y carrasco (Pinus halepensis), la encina (Quercus ilex subsp. Ilex), la carrasca (Quercus ilex subsp. ballota) y el alcornoque (Quercus suber). Estos árboles son resistentes a las sequías estacionales, propias del clima mediterráneo, y son en los que, según el modelo de los especialistas de la UAM, menos impacto tendrá el calentamiento. Su distribución es la que menos se reduce. El área de los pinos resinero y carrasco aumentará, incluso, en 2080.
    A pesar de perder parte de su hábitat actual, estos ejemplares sobrevivirán si tienen capacidad de adaptarse y colonizar ecosistemas con características similares que aparecerán con el cambio climático, por ejemplo en el centro peninsular. La carrasca es la especie más representada en la Península, con un área de 52.252 km2, pero su declive en 2080 será notable, hasta una superficie de 5.646 km2. 

    Hayas europeas en declive 
    Los bosques europeos también tienen su representación en la Península, con especies como el castaño europeo (Castanea sativa) o el haya (Fagus sylvatica), e incluso España es el límite de distribución suroeste para el roble albar (Quercus petraea) y el carballo (Quercus robur). Las poblaciones de estos últimos son ecológica y taxonómicamente únicas, ya que han generado subespecies endémicas y su conservación es importante, indican los autores. 
    A estas latitudes, su supervivencia depende de la disponibilidad de agua y, por eso, con un escenario de calentamiento a lo largo del siglo XXI con menos recursos hídricos, su supervivencia está en cuestión. En 2080, el panorama es diferente según las especies. Así, mientras las hayas o los robles albar ven reducida su área de distribución, el castaño europeo y el roble carballo no sufrirán tanto, ya que podrían aumentar su superficie potencial entre el 39% y el 11%. Estos árboles podrían ocupar zonas de mayor altitud, dado que ya habitan en laderas y pequeñas montañas. 

    El roble sobrevive en España
    Las formaciones submediterráneas están compuestas por roble pubescente (Quercus pubescens), rebollo (Quercus pyrenaica), quejigo (Quercus faginea), sabina albar (Juniperus thurifera) y pino salgareño (Pinus nigra ssp. salzmannii) y aparecen en la zona de transición entre el clima mediterráneo y las regiones euro-siberianas. En España germinan en la mitad norte peninsular.
    Las especies más afectadas por el aumento de temperaturas serán el roble rebollo y el pino salgareño en 2080, ya que cerca del 100% de sus áreas actuales de distribución se verán reducidas. El único que sobrevive y no decrece drásticamente en estos ecosistemas es el roble pubescente, que es además el último representante de esta subespecie en la Península. Este tipo de roble se mantendría en el 66% de las zonas que habita en la actualidad, ya que crece en áreas menos expuestas al cambio climático. Incluso podría incrementar su territorio en 2080 en un 6%, según los datos de la investigación. 
     
    Fuente: María García de la Fuente
    FECYT 


Maderamen 350